La tríada formada por John Holland, Jack Donoghue y Heather Marlatt ha revolucionado la trituración en el ámbito del pop contemporáneo dando origen a un lugar nuevo en la estética y en la práctica musical de los últimos años. Considerados artífices del witch house (aunque lo de las etiquetas no vaya con ellos muchos son los proyectos afines del género que surgen y siguen muy de cerca su sonido), los tres norteamericanos conforman algo así como una nueva trinidad en el ámbito de la experimentación pop, una que deambula por senderos oscuros y que explicita la epifanía de un espíritu (no) santo que bendice nuestros oídos con gloria negra. Que clama una nueva concepción y un nuevo dogma creativo donde la innovación es posible. Donde Salem lo hace posible. Quizás sea por el origen e idiosincrasia callejera del grupo (en la calle se conocieron y en la calle siguen), quizás por una atracción homosexual entre ellos no plenamente consumada, los barrios broncos por los que se mueven, el alcohol y las drogas que consumen, la mugre y el gusto por artistas como Dj Screw, Gucci Mane o Lil Wayne, de los que afortunadamente heredan lo justo. Quizás por las circunstancias de John (compositor, letras y sintes), una suerte de personaje de novela de Dennis Cooper – basura blanca que se prostituía por todo tipo de drogas - y del que pueden leerse lindeces maravillosas de su chaperismo en entrevistas dispares que se extienden por la red. Quizás por eso su música proyecte posos indudablemente cárdenos y sombríos; quizás por la mezcla perfecta de su proyecto anterior WHORE-CE con el juke que venía haciendo Jack Donoghue (beats y MC’s), también integrante de Young Cream, y la celestialidad vocal de Heather, la (mariliendre) mejor amiga o el perfecto ángel caído. Quizás. Quizás por eso también genera obsesiones y estimulan la creatividad. Lo que sí está claro es que el resultado es la perfecta homilía humosa de los bagajes de tres jóvenes que, de Michigan, Nueva York y finalmente Chicago, coinciden en la traducción de sus emociones y zozobras mediante un lenguaje musical único en los anversos de una épica nublada de trance denso, congestionante y ralentizado.
Con varias referencias limitadas en cd-r para Disaro, 2007 y 2008 fueron los primeros años en la producción de Salem. Después de una inmensa producción dispersa también por los recodos de las tres uves dobles y de las que no hay publicación oficial alguna, vendrían referencias en la forma de epés y singles en 7” para interesantes sellos (en Inglaterra, Canadá, Estados Unidos y Japón) como Acéphale, Merok, Big Love y Audraglint. Y es ahora cuando, por fin, podemos disfrutar insistentemente de su primer largo en Iamsound: King Night. Once temas que exhuman los cadáveres de algunas canciones ya editadas y que las devuelven a una nueva muerte viviente en compañía de algunas originales en las que encontramos su característico sonido máquina estrujado, las deceleraciones y aceleraciones rítmicas, sintetizadores abrasivos y nauseabundos, fantasmagoría vocal y noise roto. Donde la desesperación sonora amalgama una atmosferización corrosiva y claustrofóbica, de ansiedad y desazón consternada. Donde las melodías se asfixian bajo la piromanía fatal de texturas drónicas. Donde los samples asaltan espectrales sobre la contundencia sónica de increíbles beats hondos y jingles de desordenada secuencia, donde un romanticismo sucio, destructor y bizarro planea sobre unas líneas de bajo apabullantes y unos delays desahuciados que aún resuenan en tormento. Donde la pesadumbre del estertor y lo aciago llaman a un apocalipsis en la mayoría ilegible de sus letras, donde se vislumbran (como se antojan en su libreto) escenarios nocturnos, coches en llamas, calles y callejones, bosques, accidentes, caballos, ambigüedad sexual, sexo polifílico, violaciones, más drogas, secuestros y una imaginería de lo enigmático y oculto ebria de bilis negra. Donde el rap y el hip hop oscuro comulgan con los drones y el electro aloja al shoegaze y todas las -wave. Donde el hip hop y la música industrial conviven con el juke, la ebm y ecos gótico-punks. Donde comienza un nuevo rito y su catarsis. Donde surge la inspiración visceral. Donde gloriosos, en la declinación de la música de nuestro tiempo, en sus postrimerías, suenan epifánicos Salem.
Con varias referencias limitadas en cd-r para Disaro, 2007 y 2008 fueron los primeros años en la producción de Salem. Después de una inmensa producción dispersa también por los recodos de las tres uves dobles y de las que no hay publicación oficial alguna, vendrían referencias en la forma de epés y singles en 7” para interesantes sellos (en Inglaterra, Canadá, Estados Unidos y Japón) como Acéphale, Merok, Big Love y Audraglint. Y es ahora cuando, por fin, podemos disfrutar insistentemente de su primer largo en Iamsound: King Night. Once temas que exhuman los cadáveres de algunas canciones ya editadas y que las devuelven a una nueva muerte viviente en compañía de algunas originales en las que encontramos su característico sonido máquina estrujado, las deceleraciones y aceleraciones rítmicas, sintetizadores abrasivos y nauseabundos, fantasmagoría vocal y noise roto. Donde la desesperación sonora amalgama una atmosferización corrosiva y claustrofóbica, de ansiedad y desazón consternada. Donde las melodías se asfixian bajo la piromanía fatal de texturas drónicas. Donde los samples asaltan espectrales sobre la contundencia sónica de increíbles beats hondos y jingles de desordenada secuencia, donde un romanticismo sucio, destructor y bizarro planea sobre unas líneas de bajo apabullantes y unos delays desahuciados que aún resuenan en tormento. Donde la pesadumbre del estertor y lo aciago llaman a un apocalipsis en la mayoría ilegible de sus letras, donde se vislumbran (como se antojan en su libreto) escenarios nocturnos, coches en llamas, calles y callejones, bosques, accidentes, caballos, ambigüedad sexual, sexo polifílico, violaciones, más drogas, secuestros y una imaginería de lo enigmático y oculto ebria de bilis negra. Donde el rap y el hip hop oscuro comulgan con los drones y el electro aloja al shoegaze y todas las -wave. Donde el hip hop y la música industrial conviven con el juke, la ebm y ecos gótico-punks. Donde comienza un nuevo rito y su catarsis. Donde surge la inspiración visceral. Donde gloriosos, en la declinación de la música de nuestro tiempo, en sus postrimerías, suenan epifánicos Salem.
01 King Night
02 Asia
03 Frost
04 Sick
05 Release Da Boar
06 Trapdoor
07 Redlights
08 Hound
09 Traxx
10 Tair
11 Killer
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